¿Obediente y bueno, seguro que quieres que tu hijo sea un niño así?

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Mar 15 2024

¿Obediente y bueno, seguro que quieres que tu hijo sea un niño así?

Queremos que nuestro hijo o hija sea modélico, educado, obediente, correcto… Pero si un niño o niña es demasiado bueno, demasiado respetuoso, demasiado responsable, en realidad lo que puede estar indicando es que es un niño o una niña sobreadaptado.

¿Qué hay de malo en que sea muy bueno y obediente?

El problema es que un niño o una niña por naturaleza es espontáneo, natural, impulsivo, incluso disruptivo en algunos momentos. Y por tanto, tiene que dar un poco de guerra, dependiendo de su edad será de una manera o de otra. Si es más pequeño, hará ruido, desordenará, será curioso, se manchará, enredará, etc.  Con más edad podrá contestar mal, protestar, quejarse, negarse a hacer lo que se le pide, etc. En definitiva, salvando las diferencias interindividuales, en la infancia lo natural es ser expresivo, espontáneo, auténtico, no obediente. Si el desarrollo va bien eso se va a ir modulando pero sin perder parte de su autenticidad, de su esencia.

De modo que si no es así, si en la mayoría de las ocasiones el niño es muy obediente, muy buenecito, actúa como se espera que sea, es muy prudente o cauteloso, si apenas lleva la contraria, ni se enfada o se queja, si es raro que no haga caso a lo que se le pide, puede ser indicativo de que algo no está yendo adecuadamente en su desarrollo emocional. Puede estar señalando que quizá hay un exceso de contención. Que su mundo interno, sus emociones, su personalidad genuina, está siendo aplastados, no están pudiéndose expresar libremente.

¿Cómo es un niño sobreadaptado?

Son niños que buscan agradar siempre y están muy preocupados por cumplir con lo que se espera de ellos. Por ello precisamente su sufrimiento pasa muy desapercibido, ya que es vivido como un fallo, algo no admisible que no puede ocurrir. Esto hace que sea muy difícil detectarlo. Ellos mismos no son conscientes del esfuerzo que están haciendo por sobreadaptarse.

Es común que sean niños muy exigentes consigo mismos, que buscan la perfección en todo lo que hacen. Suelen tener un buen rendimiento académico y en todas sus actividades. Esto en algunos puede generar niveles de estrés excesivos para su edad, sobre todo en los mayores. Además cualquier reprimenda, una nota algo más baja, una crítica, puede afectarles profundamente. Porque la imagen que tienen de si mismos, su autoconcepto, su autovaloración están excesivamente determinados por la opinión que los demás tienen de ellos.

Tienen más probabilidad de sufrir bullying y tener relaciones de dependencia

Suelen desarrollar un gran miedo al rechazo, lo que puede provocar  en los casos más serios, grandes dificultades para socializar. En unos casos pueden ser niños tímidos, demasiado retraídos o callados y tender a jugar solos o aislarse. Tienen más probabilidades de ser víctimas de bullying.  En otros casos su dificultad en las relaciones no es tan obvia. Pero  si analizamos con detenimiento vemos que tienden a tener un amigo o amiga de la que no se separan y sin la que no van a querer participar en nada. Puede que con ese amigo o amiga, sean excesivamente complacientes, tengan dificultades para ponerle limites, eviten las confrontaciones. De modo que puede llegar a ser dependiente y fácilmente manipulable.

Tienden voluntaria e involuntariamente a minusvalorar sus propios sus sentimientos y emociones. O a reprimirlos para no molestar a los demás, o para no perturbarlos. O  porque sienten que esas emociones no encajan en las expectativas que se tiene de ellos. Esto puede llegar incluso a convertirles en personas pasivas e inhibidas, aparentemente frías y distantes, sin iniciativa propia y poco imaginativas. La no expresión de sus emociones e impulsos puede llevar a que dichas emociones acaben por manifestarse a nivel corporal, apareciendo problemas somáticos, con frecuencia de tipo gastrointestinal y dermatológico, y también problemas de orden psicológico como puedan ser por ejemplo, trastornos de ansiedad.

¿Qué consecuencias tiene?

Estos funcionamientos psicológicos se irán instaurando en ellos convirtiéndose en sus rasgos de personalidad. Como todos estos signos son poco molestos, e incluso son considerados como muy positivos socialmente, es muy frecuente que pasen desapercibidos.  Ellos mismos no suelen tener conciencia de su malestar. Las consecuencias empiezan a ser más evidentes en la adolescencia y al principio de la vida adulta. Es probable que sufran problemas de salud mental. 

En mi experiencia he comprobado que muchas personas adultas que acuden a consulta han sido niños y niñas sobreadaptados.

¿Por qué estos niños son así?

Ya sabemos que en la infancia, la interacción con los padres (o cuidadores principales) va moldeando y consolidando la personalidad del niño. El objetivo es que aprenda a vivir en sociedad. Pero a veces esto se produce en un grado excesivo, dando lugar a que el niño se tenga que defender mediante una sobreadaptación.

De alguna manera en su entorno familiar,  sin ser conscientes, se le está transmitiendo que para ser querido tiene que ser obediente, ser lo que se espera de él y asumir las cargas que se le han colocado. En definitiva, no se le trasmite que es querido incondicionalmente, sino que lo que se le hace sentir es que recibirá amor en función de cuanto encaje en los ideales que sus padres han puesto en  él. 

El máximo temor que tenemos en la infancia es el temor a no tener la atención y el amor de nuestros padres,. Por tanto, ante el miedo a no tenerlo por no estar suficientemente a la altura de las expectativas y deseos que sus figuras parentales han puesto en él, el niño va a tratar de cumplirlos. De este modo en vez de ser el niño que es y expresar libremente su personalidad genuina, va a tratar de sobreadaptarse. Va a intentar ser como se espera de él, ser un hijo obediente, adoptando una especie de personalidad falsa, que no es la suya realmente, sino la que se le ha impuesto. 

Como ya dije antes, en el proceso de construcción de la identidad todas las personas necesitan espacio y libertad para ser ellos mismos. Si renuncian a su autenticidad, para ser un niño obediente y amoldarse las expectativas de los adultos, tendrá grandes consecuencias psicológicas y emocionales, en el momento presente y en el futuro inmediato y a largo plazo.

¿Qué hacer si se detecta la sobreadaptación en un niño?

Será necesaria una intervención psicoterapéutica para desandar el camino. Será diferente en función de la edad del niño. Irá orientada a facilitar la conexión con sus auténticos deseos y emociones. Y a permitirle ser quien es, y desarrollar su auténtica personalidad. 

Es igual de importante que se intervenga también con sus padres y su entorno. Estos deben modificar el estilo de crianza y permitir y fomentar el desarrollo de la personalidad y de la identidad de ese niño.

 

 

 

 

 

 

 

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